(...) Resulta que ordenando cajitas llenas de piedras y demás chucherías con historia (...) Salto algunas poesías y llego a las tuyas, a las que nos contabas. (...) La leo, te digo, y el alma se me estremece. Ha estado ahí, aquí, desde entonces y sólo hoy me impresiona. Sólo hoy me dice algo. “Exprésate”.
(...)
Y sé que todos estos años, (...) en los que no he estado haciendo nada, los necesitaba para mí. Yo sabía que iba retrasado. Cuando algunos compañeros de clase estaban ya tan arriba yo estaba tan abajo, tan atrás, que apenas me veía a mí mismo. Necesitaba todo este tiempo para mí. Necesitaba expresarme pero no sabía cómo.
(...) Lo leo hoy, después de tantos años, de tantas vidas. Ahora estoy en otra vida. (...) De repente siento deseos de escribirte y agradecerte el poema.