Todavía recuerdo el cuadro...

Todavía recuerdo el cuadro que colgaba de la pared, el pequeño jarrón de la esquina que compré a las dos semanas de mudarme, la muñeca que encontré en Barcelona, la alfombra que mullía el suelo, la lámpara suspendida del techo, el armario con la ropa, el despertador sobre la mesilla, la cama que tan dulces sueños me había regalado, el gran espejo…

Del espejo aún quedan pequeños fragmentos por el suelo. Es  bueno que estén ahí. Confirman que ha sucedido. Que no estoy soñando. ¡Ya quisiera! (...)

Ángeles Mesías Pesqueira,
1º Bach.

"El sí de las niñas" (Leandro Fernández de Moratín)

Estamos estudiando el Neoclásico en clase de literatura; así que aquí os dejo un fragmento de la obra de teatro escrita por Moratín, "El sí de las niñas" El carácter de la obra es didáctico, como corresponde al teatro del Neoclásico, plantea un problema cotidiano y desprende una enseñanza conforme a los dictados de la razón; ya que su fin es criticar la autoridad que ejercen los padres sobre sus hijas respecto al matrimonio, obligándolas a tomar por marido al mejor partido financiero. Esta obra adelanta la igualdad de la mujer en la sociedad, animando a rectificar las costumbres y tradiciones de su tiempo.
(Fuente: Wikipedia)


Y para aquellos que tengan interés en leer la obra completa, os dejo este enlace a la biblioteca virtual Miguel de Cervantes:

Bicentenario del nacimiento de Dickens


El Reino Unido celebra este martes el bicentenario del nacimiento de Charles Dickens, aclamado como uno de los mejores escritores en lengua inglesa y cuyas novelas, adaptadas profusamente al cine y teatro, se han convertido en grandes clásicos de la literatura universal.
Fuente: Guy Jackson (AFP)



El padre de Oliver TwistDavid Copperfield, o el Sr. Scrooge fue un maestro del género narrativo, al que imprimió cierta dosis de humor e ironía, practicando a la vez una aguda crítica social.


La buena educación

Cada vez me encuentro a más gente preocupada porque en nuestro país va desapareciendo la buena educación. Afirman que nadie saluda ya a los demás cuando entra en el ascensor, y que todo el mundo habla a voces, desgañitándose, insultándose, soltando tacos cada dos por tres. Supongo que algo de eso hay: basta con poner un rato la tele para darse cuenta de que los chillidos y las descalificaciones empiezan a ser considerados una pauta normal de comportamiento. Y no me refiero sólo a los horrendos realities de éxito. Incluso la imagen que nos llega de los mítines en las campañas electorales, de los debates en el Congreso o de las tertulias políticas entre analistas de distinto signo pasa demasiado a menudo por lo mismo: lenguaje soez y gritos y palabras gruesas para acallar al rival (...)

Fuente: Ángeles Caso, La Vanguardia (Magazine)